Reir

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Mirá, tú no te pones a pensar en tu lenguaje. Tenemos un lenguaje, un conjunto de símbolos cuyas combinaciones expresan ideas, esas abstracciones en tu cabeza capaces de brindarte tranquilidad, sosiego, paz. Abstracciones capaces de preocuparte, de alterarte, de asustarte. Abstracciones, esas, te hacen pensar que la vida va "bien", o bien va "mal".

No te das cuenta, no profundizás en el milagro: sabes un lenguaje. Un lenguaje de miles. ¿Cómo pueden existir miles? Tantos con gramáticas tan distintas, con fonemas tan distintos, con espíritus y culturas tan distintos. ¿Será el hablante quien se adecua a su lenguaje, o será el lenguaje quién se adecua a su hablante? Mira el nuestro. Mira esta herramienta para escribirte. Mira este espíritu para recordarte. Tiene sus peculiaridades. Me divierto tanto con las peculiaridades.

¿Te has dado cuenta cómo conjugas el verbo reir? No, nunca te has dado cuenta, es un proceso transparente, sucede a un nivel imperceptible a tu consciencia. Te enseño: Reir, yo río, tu ríes. Me escuchaste, yo río. Río, río, Río, río, Río. ¿Por qué la conjugación es tan parecida al sustantivo Río?

Dime por qué puedo asociar reir con río. Dime por qué de río es un pequeño salto a lágrimas. Ambos son un flujo de agua, pero no le quita el título de lugar común del lenguaje: Reir, río, río, río de lágrimas. Río donde flotan los cadáveres asesinados por el conflicto. Río donde flotan los hogares asesinados por el huracán.

Huracán. Suena distinto, no. Fijate, no es una palabra ni latina, ni griega, ni arábiga. ¿Sabés qué es? Es maya. Nuestro lenguaje es un Frankenstein de tantas lenguas y tantas invasiones. Huracán, huracán da un espíritu completamente distinto, un espíritu vital fuerte. Fuerza, la conoces, tú la usaste. Esa fuerza empleada para destrozarme. Esa fuerza que ahora me hace llorar en vez de reir, y tú ni siquiera llegas a comprender tu lenguaje.

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Ciclo

9:25 PM 0 Comments

Pienso. Pienso y entonces existo, si estamos prestos a citar o plagiar. Existo y entonces existe la posibilidad de la no existencia. Pienso en no existir y entonces me paralizo.

Paralizado por pensar, torno mi mente a una distracción. Ante mi se dispone una mesa imaginaria donde desdoblo el porvenir presto a ser examinado. Listas de mandados, de tareas, de sueños, de cosas por hacer mañana, por hacer pasado, por hacer la próxima semana, el próximo mes, el próximo año,  lustro, década, siglo, incertidumbre.

La incertidumbre abruma. ¿Por qué te abrumas? Si cada objetivo nace de tu pasado como una necesidad. Recuerda. Recuerdos, recuerdos del pasado, y los recuerdos vienen acompañados de sentimientos. Los sentimientos como navajas cortan mi cuerpo y entonces deseo la no existencia.

Pero la no existencia me paraliza, me asusta, me aterra. Me muevo, me muevo para distraerme en la consecución de mis objetivos y metas. Trabajo, ordeno, camino, como, construyo. Me mecanizo. Soy un robot con un propósito ya olvidado.

Los robots me producen asco, los humanos mecánicos de ojos "glaseados" me producen asco, entonces paro y retorno a pensar. Pienso. Pienso y entonces existo, si estamos prestos a citar o plagiar...

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